El Santuario de la Virgen del Rocío: la arquitectura de lo impensable
Fue hace cerca de 25 años, quizá más,
la primera ves que conocí la Iglesia de la Virgen del Rocío, en Biblián y desde
entonces me quedó claro que, ya sea por su imponente tamaño o por lo único y
“extraño” de su arquitectura, es una visión que se queda largo tiempo grabada
en la retina de quien la observa.
Años después, trabajando como guía de
turismo free-lance regresé con la sospecha de su belleza pero con la sensación
de que aquello que se vive en la infancia siempre resulta menor cuando regresa
en la adultez, como cuando regresas al campo de futbol en donde pasaste largas
horas jugando con los amigos del barrio y, al verlo de nueva vuelta, te das
cuenta de que no era sino un pequeño trozo de llano en donde, quizá, caben un
par de autos pero que, para entonces, era más grande que el Olímpico Atahualpa.
Así, volví a tener en frente a la iglesia que se cuelga del Zhalao y, debo
decirlo, el turista parecía yo. Impresionado, emocionado, fotografiando cada
rincón recorría las interminables escaleras que ascienden hasta la cúpula y más,
descubriendo ese tono gris que lo hace tan misterioso, como si se estuviese
caminando por algún oscuro capítulo de la novela de Umberto Eco, El Nombre de
la Rosa, aquella sobre la que platicamos tanto con mi papá en esas hermosas
faenas literarias que recuerdo de la pubertad, como cuando me decía, merced a
su erudición: “a tu edad yo ya había leído a todos los clásicos, qué esperas?,
no pierdas tiempo leyendo cualquier cosa…”; lección de vida, debo decir.
Y caminaba, de vuelta al Zhalao, procurando
articular las ideas que acudían ante la belleza y la imponencia de la arquitectura de lo impensable
procurando, decía, articularlas al inglés ya que el grupo, lógicamente, no
entendía una palabra de nuestro español. El resultado de aquella visita,
simple: mi re-enamoramiento para con el santuario, la satisfacción de los
“gringos” sorprendidos por este tesoro escondido, como sacado de contexto
porque, como decían, es de tal magnitud que pareciera la catedral de una
capital y no el santuario de un pueblo hermoso, chiquito y pintoresco en medio
de las montañas.
Ahora, 10 años más tarde, regresé al
santuario pero, esta vez, para fotografiarlo hasta en sus entrañas ya que, y
por esos mágicos decires del destino fui acompañado por personal del MINTUR del
Cañar y, claro, consiguieron que nos abran las puertas no solo de la iglesia
mayor sino, para entera alegría de un servidor, las de la iglesia antigua que
guarda secretos dignos de otro capítulo de la pluma del inmortal Eco, o del
genio de Tolkien o, me atrevo, de las necedades de Miyasaki.
Un santuario que, de verdad, merece ser observado con respeto y admiración
Detalles del techo de la capilla, cuya
pared es pura roca de la montaña
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El 30 de julio del 2007 el Instituto
Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador declaró al Santuario de la Virgen
del Rocío como Patrimonio Cultural del Estado y, claro, las razones sobran.
Basta con recordar que la historia de
este singular santuario se remonta a los finales del 1800, cuando la devoción
por la Virgen del Rocío habría de surgir merced a los malos tiempos que el
poblado y la provincia atravesaban por una cruenta sequía que acabó con
sembríos y animales, poniendo en riesgo la vida de los habitantes quienes,
acudiendo al párroco de aquella época, el padre Daniel Muñoz, hicieron una
procesión hacia la colina del Zhalao orando, implorando por el “milagro” del
agua de la cual, deberíamos recordarlo siempre, dependemos para seguir
existiendo. Fue así que, cuenta la historia, el padre culminó la procesión
colocando a una imagen de la Virgen María, que conservaba desde sus tiempos de
seminarista, en una oquedad en la cima de la montaña y, para complacencia de
todos los asistentes, dicen, empezó a descender de las alturas una brisa
refrescante acompañada de una suave lluvia por lo cual, ante la gratitud por el
milagro concedido, la gente empezó a llamar a la imagen como Madre del Rocío.
La devoción ante lo sucedido –rápidamente-
fue creciendo y, de boca en boca, se fue esparciendo entre los habitantes y
vecinos de la parroquia quienes acudían a rendir culto a la imagen por lo que,
en 1895, se inició la construcción de una capilla de cal, piedra, ladrillo y
madera que fue ejecutada gracias a las donaciones de los feligreses y la
dirección del padre Muñoz.
Una construcción que tardó aproximadamente un siglo en concretarse
El Santuario construido acompañando a
la montaña
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A partir de 1924, con la llegada del
padre José Benigno Iglesias y por el crecimiento agigantado de fieles que
llegaban de todo el país, comienza una re-construcción del santuario desde una
visión a futuro del Padre que entendió que la necesidad llamaba a una estructura
que represente la fe de un pueblo que se daba cita a los pies del Zhalao y que,
para dar cabida a tantos visitantes, se debía proyectar un santuario que se
adelante, incluso, a las necesidades del instante y pueda satisfacer las de ese
futuro -siempre cercano- por lo que, con la ayuda de la comunidad, comenzó la
construcción del Nuevo Santuario, con un diseño gótico y reemplazando la madera
por piedra casi en su totalidad.
El proceso, claro, fue arduo, tardó
casi un siglo en culminarse y fue realizado con mucho sacrificio, a base de
mingas con las cuales se trasladaban los materiales y demás. El proceso,
cuentan, se realizó por etapas: primero se levantó la nave lateral derecha para
luego proseguir con la nave central y la izquierda. Muros de contención fueron
realizados también para la construcción de la cúpula para lo cual se contó con
la asesoría de técnicos cuencanos. En fin, una historia de esfuerzo titánico
para levantar una de las edificaciones religiosas más hermosas que encontramos
en este país, tan cerquita de nuestra ciudad que es un verdadero sacrilegio no
conocerla y no por ser o no parte de la misma religión sino por la oportunidad
de observar un santuario de la magnitud y belleza de este que adorna,
literalmente, esta parte de los andes en la que vivimos.
Catacumba debajo del Santuario |
Biblián:
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Altitud: 2608 msnm.
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Clima: 14 ·C
promedio.
-
A 37 Km de Cuenca.
- Según el censo del 2010 cuenta con un total de
20.817 habitantes.
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