martes, 20 de mayo de 2014

Macas, verdor entre el Upano y el Sangay

Macas, verdor entre el Upano y el Sangay

Una ciudad floreciente, de gente amable y abierta al turismo

Vista del volcán Sangay desde la ciudad de Macas

Una experiencia que atesoro de este tiempo de colaborar con el MINTUR y conocer las tres provincias que le competen a la CZ6 ha sido, sin duda, el haber recorrido en gran parte la hermosa extensión de Morona Santiago, una joya llena de potencialidades para el turismo y para el deleite de irse y Ser. Y es que para sentir la profunda belleza de este país, me parece, es necesario absorber a largos pasos ese sabor verde que pulula nuestra región amazónica, llena de todo lo que se puede imaginar y más, merced a aquello que allá pareciera no terminar: la expansión de la naturaleza, la madre absoluta y dadora que debemos, por lógica y coherencia, amar y preservar, respetándola.

el valle del rio Upano
Macas de los “ayampacos” y la canela, de culturas milenarias y sus misterios entre bosques, ríos, cuevas, petroglifos, nevados y cascadas, es la capital de la provincia y está a apenas 5 horas de Cuenca. El acceso a esta hermosa ciudad se puede hacer por un carretero de primer orden el cual, de por si, ya es un destino turístico, debido a todos los hermosos poblados que se pasan al transitarlo, como Paute, Guachapala, El Pan, Sevilla de Oro, Guarumales, Bomboiza, Méndez, Logroño y Sucúa o, si escogemos la vía por Gualaceo (la cual acorta 45km el recorrido, aunque aun no está terminada y presenta un cierto grado de dificultad) pasamos por el Bosque Protector Collay, Limón Indanza, Logroño y Sucúa. Y qué decir de los paisajes que se dejan ver a un lado y otro del carretero, cualquiera que sea el escogido: montañas o esa “explosión de catedrales”, como decía el poeta; sembríos-chacras andinos en toda la gama de su dulce colorido; ríos que corren y son las venas de este enorme organismo vivo; neblina, casi de rigor, matizando los colores; animales pastando serenos, enseñando la satisfacción (parafraseando a Whitman) y, al descender, la inmensidad del bosque que aguarda, como desde hace tantos miles de años, apacible y enseñoreado en su hermosura e infinidad.

Y así se llega a Macas, ya inmersos en la “verdosidad” que pareciera bien-venir a los viajeros porque basta con mirar hacia cualquiera de los costados en el acceso a la ciudad para perder la vista entre el follaje denso de la selva ecuatoriana impenetrable, de tan copiosa, de tan alta y barroca como si compartiera ese pavor al vacío que aglutina todos los elementos posibles en el menor espacio disponible.

Una apertura de agua en medio del interminable verdor


Vista de la ciudad al borde del Upano, desde el mirador de la Virgen Purísima de Macas
“El valle del río Upano es uno de los lugares con mayor potencial turístico en el  Ecuador..” decía un amigo cuando le conté que lo iba a conocer. Otro, en la misma plática, decía que Macas es un paraíso de casas que se extienden a lo largo del Upano, como si no quisieran que nadie más llegue a él y, claro, me pareció una bonita y poética exageración ante la cual, simplemente, asentí.
Ahora, la realidad: una mañana de buen sol en la que llegamos al mirador de la Virgen Purísima desde donde pudimos apreciar la magnitud de ese valle y su río y de cómo va labrando su camino en medio del infinito manto verde de la selva, lo recuerdo con nitidez, me sorprendió al punto de no saber hacia dónde enfocar la cámara, absorto, dejándola sobre el trípode para sentarme a disfrutar sin pensar en nada más que observarme observando.

Fue entonces que entendí que para conocer el valle del río Upano se necesitarían tantos días como curvas va mostrando o, como decía Wajari Tiu Tukup, el protagonista del largometraje de José A. Cardoso: Buscando a Wajari, presentado en la ciudad hace pocos días y que recoge con encomiable empatía aquellos decires que hacen de la selva un bastión al cual el ser humano debería proteger, a todo costo: “a cinco curvas del río me espera el shamán…”, lo cual significan varios días de caminata y búsqueda. Y es que en estos lugares el tiempo tiene otra medición, otra dimensión si se quiere.


Naturaleza y gastronomía, dos de las tantas razones para visitar Macas

El imponente río Upano visto desde el aire
 
El rio Upano (guardián de la ciudad) y su extenso valle se encuentran hacia el este de la ciudad de Macas, con una extensión de 20 kilómetros, aproximadamente. La temperatura mínima es de 13 grados centígrados y la máxima 32, es decir, calientito y fértil como ninguno. Caminarlo, paso a paso y en una corta distancia basta para comprender que lo basto allí late en un concierto de sonidos y colores gracias a la biodiversidad que, como todo buen río, alberga.

Ideal para la práctica del Rafting y el Kayaking, considerado de los mejores en el país por las condiciones que brinda para estos deportes, es, así mismo, ideal para otras actividades como la caminata, natación y, por supuesto, la fotografía.
Pero el turismo acá no solo es de naturaleza y deportes extremos, está también la cultura y la delicia de su gastronomía que se realiza en torno a los productos agrícolas locales como la yuca, el palmito, el plátano, la papachina, el camote, la zanahoria amarilla, la rolaquimba, la pelma y el elepo, así como los frutos silvestres y la bebida típica tradicional que es la chicha de yuca.

Macas, así como la provincia en general, sobra decirlo, es una maravilla de nuestro país que espera con muchos tesoros para convidar y enamorar a quien lo visita.





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