Macas, verdor entre el Upano y el Sangay
Una ciudad floreciente, de gente amable y abierta al turismo
Vista del volcán Sangay desde la ciudad de Macas |
Una
experiencia que atesoro de este tiempo de colaborar con el MINTUR y conocer las
tres provincias que le competen a la CZ6 ha sido, sin duda, el haber recorrido en
gran parte la hermosa extensión de Morona Santiago, una joya llena de potencialidades
para el turismo y para el deleite de irse y Ser. Y es que para sentir la
profunda belleza de este país, me parece, es necesario absorber a largos pasos
ese sabor verde que pulula nuestra región amazónica, llena de todo lo que se
puede imaginar y más, merced a aquello que allá pareciera no terminar: la expansión
de la naturaleza, la madre absoluta y dadora que debemos, por lógica y
coherencia, amar y preservar, respetándola.
el valle del rio Upano |
Macas
de los “ayampacos” y la canela, de culturas milenarias y sus misterios entre
bosques, ríos, cuevas, petroglifos, nevados y cascadas, es la capital de la
provincia y está a apenas 5 horas de Cuenca. El acceso a esta hermosa ciudad se
puede hacer por un carretero de primer orden el cual, de por si, ya es un
destino turístico, debido a todos los hermosos poblados que se pasan al
transitarlo, como Paute, Guachapala, El Pan, Sevilla de Oro, Guarumales,
Bomboiza, Méndez, Logroño y Sucúa o, si escogemos la vía por Gualaceo (la cual
acorta 45km el recorrido, aunque aun no está terminada y presenta un cierto
grado de dificultad) pasamos por el Bosque Protector Collay, Limón Indanza,
Logroño y Sucúa. Y qué decir de los paisajes que se dejan ver a un lado y otro
del carretero, cualquiera que sea el escogido: montañas o esa “explosión de
catedrales”, como decía el poeta; sembríos-chacras andinos en toda la gama de
su dulce colorido; ríos que corren y son las venas de este enorme organismo
vivo; neblina, casi de rigor, matizando los colores; animales pastando serenos,
enseñando la satisfacción (parafraseando a Whitman) y, al descender, la
inmensidad del bosque que aguarda, como desde hace tantos miles de años,
apacible y enseñoreado en su hermosura e infinidad.
Y
así se llega a Macas, ya inmersos en la “verdosidad” que pareciera bien-venir a
los viajeros porque basta con mirar hacia cualquiera de los costados en el
acceso a la ciudad para perder la vista entre el follaje denso de la selva
ecuatoriana impenetrable, de tan copiosa, de tan alta y barroca como si
compartiera ese pavor al vacío que aglutina todos los elementos posibles en el
menor espacio disponible.
Una apertura de agua en medio del interminable verdor
Vista
de la ciudad al borde del Upano, desde el mirador de la Virgen Purísima de
Macas
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“El
valle del río Upano es uno de los lugares con mayor potencial turístico en el Ecuador..” decía un amigo cuando le conté que
lo iba a conocer. Otro, en la misma plática, decía que Macas es un paraíso de
casas que se extienden a lo largo del Upano, como si no quisieran que nadie más
llegue a él y, claro, me pareció una bonita y poética exageración ante la cual,
simplemente, asentí.
Ahora,
la realidad: una mañana de buen sol en la que llegamos al mirador de la Virgen Purísima
desde donde pudimos apreciar la magnitud de ese valle y su río y de cómo va
labrando su camino en medio del infinito manto verde de la selva, lo recuerdo
con nitidez, me sorprendió al punto de no saber hacia dónde enfocar la cámara,
absorto, dejándola sobre el trípode para sentarme a disfrutar sin pensar en
nada más que observarme observando.
Fue
entonces que entendí que para conocer el valle del río Upano se necesitarían tantos
días como curvas va mostrando o, como decía Wajari Tiu Tukup, el protagonista
del largometraje de José A. Cardoso: Buscando
a Wajari, presentado en la ciudad hace pocos días y que recoge con
encomiable empatía aquellos decires que hacen de la selva un bastión al cual el
ser humano debería proteger, a todo costo: “a cinco curvas del río me espera el
shamán…”, lo cual significan varios días de caminata y búsqueda. Y es que en
estos lugares el tiempo tiene otra medición, otra dimensión si se quiere.
Naturaleza y gastronomía, dos de las tantas razones para visitar Macas
El imponente río Upano visto desde el aire
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El rio Upano (guardián
de la ciudad) y su extenso valle se encuentran hacia el este de la ciudad de
Macas, con una extensión de 20 kilómetros, aproximadamente. La temperatura
mínima es de 13 grados centígrados y la máxima 32, es decir, calientito y
fértil como ninguno. Caminarlo, paso a paso y en una corta distancia basta para
comprender que lo basto allí late en un concierto de sonidos y colores gracias
a la biodiversidad que, como todo buen río, alberga.
Ideal para la práctica del Rafting y el Kayaking,
considerado de los mejores en el país por las condiciones que brinda para estos
deportes, es, así mismo, ideal para otras actividades como la caminata,
natación y, por supuesto, la fotografía.
Pero el turismo acá no solo
es de naturaleza y deportes extremos, está también la cultura y la delicia de
su gastronomía que se realiza en torno a los productos agrícolas locales como
la yuca, el palmito, el plátano, la papachina, el camote, la zanahoria
amarilla, la rolaquimba, la pelma y el elepo, así como los frutos silvestres y
la bebida típica tradicional que es la chicha de yuca.
Macas,
así como la provincia en general, sobra decirlo, es una maravilla de nuestro
país que espera con muchos tesoros para convidar y enamorar a quien lo visita.
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