domingo, 10 de agosto de 2014

Pumapungo: pasado, presente y futuro en este valle milenario


Como un oasis dentro de la urbe, su verdor e historia se juntan para el turismo 


Dentro de este mosaico de oportunidades para hacer turismo, que es Cuenca, la cantidad y calidad de museos que exhibe la ciudad son una fortaleza que debe ser puesta en valor desde la variedad y especificidad de los mismos en este Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Cuenca tiene un centro histórico que enamora (lo hemos dicho ya); atractivos naturales notablemente cerca y únicos a nivel mundial; cultura viva o patrimonio inmaterial en las tradiciones y expresiones de nuestro barroquismo exacerbado en lo que encontramos en el día a día de las calles de esta urbe que invita a crear: ciudad de artistas y buscadores y, en definitiva, lo que cualquier viajero pueda soñar de un destino de primer orden: Cuenca, valga el lugar común, lo tiene todo. Claro que falta un Sur que nos encamine y comprometa para juntar las voluntades y esfuerzos de todos los actores de la actividad turística tras la consecución del bien social, última razón de ser del turismo organizado y responsable, pero, debemos entenderlo, la materia prima está ahí, lista para hacer lo que tiene que hacer: encandilar.



Por esto es imperante que el cuencano se empodere de su ciudad, que la recorra, la escudriñe, la exprima paso a paso en esta certeza de no poder terminar nunca de sorprenderse ante todo lo que palpita su ciudad. Y es que el turismo es eso: hacer turismo; por lo que no nos cansamos de decirlo: quien no ha caminado la ciudad no puede hablar de ella y ofertarla desde el conocimiento y el corazón y, por esto, seguimos la apuesta de CONOCE TU DESTINO, la campaña de la Alcaldía de la ciudad y la Fundación Turismo para Cuenca que apuesta al re-conocimiento de los lugares más hermosos que tenemos casa dentro, como en esta ocasión, el Museo Pumapungo del Ministerio de Cultura y Patrimonio; la Puerta del Puma que descansa en la otrora apacheta andina, aquel centro político, religioso, administrativo y militar de la ciudad Inca de Tomebamba que ahora se abre al público con uno de los mejores museos de la ciudad y, claro, del país.

Pumapungo, una huella clara para compartir

 
Acceso a Qorikancha 
Como un oasis dentro del desierto que a veces semeja toda urbe por el caos y el tránsito y el horario y el apuro que esta modernidad pareciera empujar con voracidad sobre los habitantes aventados sobre la fugacidad de los días, en Cuenca tenemos varios remansos en donde el tiempo pareciera recorrer más amable, como si los cuatro ríos que nos lavan a diario y sus ocho orillas hubiesen imantado una suerte de paréntesis cósmico que hace de esta ciudad una excepción a la “regla” aquella que nos dice que, con el desarrollo vienen, desbocadas, la preocupación y el stress.
Digo esto porque hace unos días, cuando me dirigía hacia el Museo Pumapungo, en medio del tráfico intenso que a algunas horas se adueña del centro y de ciertos puntos de la ciudad, cansado y con toda la gana de volver a caminar el fabuloso Parque Ancestral con sus más de 200 especies de plantas nativas del bosque andino y las aproximadamente 30 especies de aves que las visitan a diario; con toda la gana de volver a reflejarme en el espejo cósmico que siglos atrás mandaría el Inca Wayna-Kápac a construir como adoratorio para Tiksi Wiraqucha, divinidad de la espuma; con toda esa gana de marcar los pasos en este espacio sacro para las culturas vernáculas que nos anteceden y a las que nos debemos, de una u otra manera; caminaba y al llegar al Qoricancha, desde donde tenemos una espectacular vista del río Tomebamba (agüita tutelar) y de los cerros vigías como el Cojitambo, el Pacha Mama, el Guagual Shumi, el Turi y el Boquerón, unidos por los ceques imaginarios al “recinto de oro” de la ciudad sagrada, me di cuenta de que el Museo Pumapungo es un auténtico remanso de paz en medio de la ciudad: un lugar para detenerse frente al acelere del tiempo perdido y situarse en ese presente siempre amable, al que invita.


 Fue así que, en una mañana de martes y tras una plática (siempre amena, por cierto) con el Director Cultural del Museo, Jhonatan Kouperman, inicié el recorrido en el cual tardé, quizá, unas 3 horas, para caminar los bien demarcados senderos que invitan al turista a recorrer el extenso territorio del Parque Ancestral, con su Parque Arqueológico, en donde se pueden sentir las huellas de un pasado que sigue latente, atendiendo a Éluard cuando decía que existen varios mundos, dentro en éste… o que invitan a recorrer el Parque Etnobotánico que tuve la buena fortuna de conocer (años atrás) y apreciar en toda su enorme profundidad científica con la guianza de uno de los más lúcidos conocedores de la cosmovisión andina, como es Hernán Loyola, su mentalizador; pasando por el Centro de Rescate de Avifauna en donde se pueden observar hasta 20 especies en sus cerca de 200 aves rescatadas del tráfico ilícito (águilas, gavilanes, papagayos, loras, tucanes, etc) y que son, me parece, una hermosa oportunidad a la hora de hacer turismo familiar para enseñar a nuestros niños el porqué no se debe apresar la fauna silvestre ya que, en este centro y en colaboración con el MAE, se pretende generar conciencia en la población sobre el cuidado del medio ambiente y el respeto hacia las demás especies de la “gran casa”; y así, reconocer-se en los misterios de este paraíso arqueológico que sigue descubriendo tesoros como el baño ritual y los sistemas de riego de cerca de 360m de longitud, o el túnel-mausoleo de varias momias (wakas) que lleva al inframundo o Ucu Pacha y, en fin, tantos otros saberes que, desde la intuición, se abren al escucha atento.



Entonces, para resumir lo i-resumible, en Pumapungo tenemos historia en su Parque Arqueológico y las huellas milenarias de las culturas Cañari e Inca; tenemos un parque Etnobotánico con una reproducción sin par de la vegetación andina; tenemos un Centro de Rescate de Aves que nos enseña el respeto hacia la vida y la diversidad y, todo esto, en el Parque Ancestral ya que, si buscamos más, basta con que ingresemos al edificio de la institución en donde, para completar la jornada, encontramos salas de exhibición temporal, la bien lograda sala Etnográfica, la Numismática y otras maravillas de este sin par museo que encumbra la belleza milenaria de nuestra Santa Ana de todos los ríos y su presente maravilloso, proyección clara para un futuro prometedor.

Cápsula

-       El Museo Pumapungo se encuentra en la Calle Larga y Av. Huayna-Capac.
-       Sus horarios de atención son: martes a viernes: 8 a 17h30. Fin de semana y feriados: 10 a 16h00.
-       El ingreso y el servicio de guianza es gratuito.





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