Como un oasis dentro de la urbe, su verdor e historia se juntan para el turismo
Dentro de este mosaico de oportunidades para hacer turismo, que es Cuenca, la cantidad y calidad de museos que exhibe la ciudad son una fortaleza que debe ser puesta en valor desde la variedad y especificidad de los mismos en este Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Cuenca tiene un centro histórico que enamora (lo hemos dicho
ya); atractivos naturales notablemente cerca y únicos a nivel mundial; cultura
viva o patrimonio inmaterial en las tradiciones y expresiones de nuestro
barroquismo exacerbado en lo que encontramos en el día a día de las calles de esta
urbe que invita a crear: ciudad de artistas y buscadores y, en definitiva, lo
que cualquier viajero pueda soñar de un destino de primer orden: Cuenca, valga
el lugar común, lo tiene todo. Claro que falta un Sur que nos encamine y comprometa
para juntar las voluntades y esfuerzos de todos los actores de la actividad
turística tras la consecución del bien social, última razón de ser del turismo
organizado y responsable, pero, debemos entenderlo, la materia prima está ahí,
lista para hacer lo que tiene que hacer: encandilar.
Por esto es imperante que el cuencano se empodere de su
ciudad, que la recorra, la escudriñe, la exprima paso a paso en esta certeza de
no poder terminar nunca de sorprenderse ante todo lo que palpita su ciudad. Y
es que el turismo es eso: hacer turismo; por lo que no nos cansamos de decirlo:
quien no ha caminado la ciudad no puede hablar de ella y ofertarla desde el
conocimiento y el corazón y, por esto, seguimos la apuesta de CONOCE TU DESTINO,
la campaña de la Alcaldía de la ciudad y la Fundación Turismo para Cuenca que apuesta
al re-conocimiento de los lugares más hermosos que tenemos casa dentro, como en
esta ocasión, el Museo Pumapungo del Ministerio de Cultura y Patrimonio; la
Puerta del Puma que descansa en la otrora apacheta andina, aquel centro
político, religioso, administrativo y militar de la ciudad Inca de Tomebamba
que ahora se abre al público con uno de los mejores museos de la ciudad y,
claro, del país.
Pumapungo, una huella clara para compartir
Como un oasis dentro del desierto que a veces semeja toda
urbe por el caos y el tránsito y el horario y el apuro que esta modernidad
pareciera empujar con voracidad sobre los habitantes aventados sobre la
fugacidad de los días, en Cuenca tenemos varios remansos en donde el tiempo
pareciera recorrer más amable, como si los cuatro ríos que nos lavan a diario y
sus ocho orillas hubiesen imantado una suerte de paréntesis cósmico que hace de
esta ciudad una excepción a la “regla” aquella que nos dice que, con el
desarrollo vienen, desbocadas, la preocupación y el stress.
Digo esto porque hace unos días, cuando me dirigía hacia el
Museo Pumapungo, en medio del tráfico intenso que a algunas horas se adueña del
centro y de ciertos puntos de la ciudad, cansado y con toda la gana de volver a
caminar el fabuloso Parque Ancestral con sus más de 200 especies de plantas
nativas del bosque andino y las aproximadamente 30 especies de aves que las
visitan a diario; con toda la gana de volver a reflejarme en el espejo cósmico
que siglos atrás mandaría el Inca Wayna-Kápac a construir como adoratorio para
Tiksi Wiraqucha, divinidad de la espuma; con toda esa gana de marcar los pasos
en este espacio sacro para las culturas vernáculas que nos anteceden y a las
que nos debemos, de una u otra manera; caminaba y al llegar al Qoricancha,
desde donde tenemos una espectacular vista del río Tomebamba (agüita tutelar) y
de los cerros vigías como el Cojitambo, el Pacha Mama, el Guagual Shumi, el
Turi y el Boquerón, unidos por los ceques imaginarios al “recinto de oro” de la
ciudad sagrada, me di cuenta de que el Museo Pumapungo es un auténtico remanso
de paz en medio de la ciudad: un lugar para detenerse frente al acelere del
tiempo perdido y situarse en ese presente siempre amable, al que invita.
Entonces, para resumir lo i-resumible, en Pumapungo tenemos
historia en su Parque Arqueológico y las huellas milenarias de las culturas
Cañari e Inca; tenemos un parque Etnobotánico con una reproducción sin par de
la vegetación andina; tenemos un Centro de Rescate de Aves que nos enseña el
respeto hacia la vida y la diversidad y, todo esto, en el Parque Ancestral ya
que, si buscamos más, basta con que ingresemos al edificio de la institución en
donde, para completar la jornada, encontramos salas de exhibición temporal, la bien
lograda sala Etnográfica, la Numismática y otras maravillas de este sin par museo
que encumbra la belleza milenaria de nuestra Santa Ana de todos los ríos y su
presente maravilloso, proyección clara para un futuro prometedor.
Cápsula
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El Museo Pumapungo se encuentra en la Calle Larga
y Av. Huayna-Capac.
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Sus horarios de atención son: martes a viernes:
8 a 17h30. Fin de semana y feriados: 10 a 16h00.
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El ingreso y el servicio de guianza es gratuito.